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Aprendiendo de la propia práctica

El próximo día 29 de septiembre tendrá lugar, en Barcelona, ​​en el Colegio Oficial de Pedagogos de Cataluña, un taller dirigido por profesionales de practicareflexiva.pro. Se trata de divulgar, de manera breve, la metodología de desarrollo profesional y mejora personal, de la que esta plataforma se hace continuamente eco. El objetivo del taller es conocer y poner en práctica la metodología de la práctica reflexiva partiendo de las propias experiencias del contexto profesional como eje del desarrollo personal y profesional.

Según Donald A. Schön, los profesionales reflexivos son aquellos que reflexionan en y sobre la acción para contribuir a su desarrollo profesional de forma continua y aprender de sus propias experiencias. Por eso este taller quiere ser una iniciación que ayude a aumentar la competencia de los profesionales mediante la formación en procesos reflexivos en cualquier ámbito profesional. En concreto, se pretende conocer y aplicar las bases teóricas del aprendizaje experiencial, uno de los fundamentos de la práctica reflexiva; aplicar la competencia reflexiva a experiencias propias; comunicarse con eficacia en grupos reducidos y concienciarse de la necesidad de desarrollo profesional continuo.

El taller va dirigido a todo tipo de profesionales, especialmente los dedicados a tareas sociales y que deben desarrollar su trabajo en ámbitos de incertidumbre y cambios continuos: educación, servicios sociales, etc. También puede ser adecuado a estudiantes de las carreras que preparan para dichas profesiones.

Al ser totalmente subvencionado, no hay que pagar nada en concepto de inscripción, pero dado que las plazas son limitadas, es necesario realizar la inscripción rellenando el formulario que encontraréis en esta página del COPEC: http://www.pedagogs.cat/cursos.asp.

Practicareflexiva.pro os invita a vivir en primera persona una pequeña experiencia metodológica de esta visión, la reflexión sobre la práctica, que tanto ayuda a profesionales de todo el mundo a mejorar cada día el ejercicio de su profesión. (Para la personas que vivan fuera de Catalunya, si bien Practivareflexiva.pro tiene en proyecto presentarse en otras ciudades, pondremos a su disposición una versión filmada del taller en el COPEC.)

Reflexión de final de curso

Trabajo en la universidad, en el área de Didáctica y Organización Escolar; y  hace más de una década que doy clase en el título de  Educación Social.  Mi empeño desde hace tiempo, con mucho respeto, está en pensar y hacer pensar sobre una realidad y una práctica que es vista, por muchos estudiantes, desde tres perspectivas posibles. (1) Por una parte, resulta desconocida: No se sabe bien en qué puede consistir, cuáles son las condiciones de trabajo, quiénes son las personas a las que atiende… Hay quien no ha tenido contacto alguno con prácticas de educación social, quien incluso ni tan sólo ha participado en tareas de voluntariado en alguna entidad en la que hubiera alguna práctica socioeducativa. (2) En otras ocasiones, la práctica, al igual que la profesión, están idealizadas: se tiene una mirada tan orientada a los deseos y las posibilidades de transformación social que el componente ideológico se antepone a cualquier otra consideración, dando lugar a que se sospeche y recele de cualquier procedimiento o protocolo que contribuya a profesionalizar una ocupación que podría ser altruista, transformadora, participativa, tan centrada en el aprendizaje que, en ocasiones, parece que sobra la figura del educador. (3) También hay quien, por su formación previa, por las prácticas cursadas al amparo de la formación en centros de trabajo de la formación profesional, tiene una visión limitada: Ya he hecho prácticas en un centro, atendiendo a un colectivo y con una modalidad de intervención. Ya sé cómo trabajar, porque lo he hecho. Vengo a la universidad a por un título, pero no creo que pueda aprender mucho más que lo que la experiencia ya me ha proporcionado.

Por supuesto, hay otras formas de acercarse y participar en los estudios de educación social. Pero estas tres me suponen, curso tras curso, un reto particular: Tratar de enseñar, haciendo uso de ejemplos y situaciones de la experiencia profesional –la mía personal, la de algunos de los estudiantes, también la que comparten mediante publicaciones, aunque no con la frecuencia que me gustaría, entidades dedicadas a la intervención socioeducativa. Tratar de enseñar a quienes carecen de ese referente práctico, a quienes lo tienen excesivamente idealizado, a quienes creen saberlo ya casi todo.

Y ahora estoy, a fines de junio, teniendo que poner notas y, por lo tanto, acabando de corregir. Repasando las notas obtenidas por los estudiantes durante el curso, repasando también mis anotaciones a sus ejercicios, prácticas, ensayos y exámenes.  En definitiva, dándome cuenta de qué es lo que escriben que saben, de cómo han comprendido los textos que tenían que leer y estudiar, de qué es lo que pueden haber aprendido en estas clases, de qué no he conseguido transmitirles. Apreciando, también, el provecho que tratan de sacar a lo que van aprendiendo en distintas asignaturas, celebrando en ocasiones la complementariedad y coordinación, lamentando en otras la comodidad de ofrecer un dos-por-uno que más bien muestra un deseo de pasar página a una asignatura que no de procurar aprender de ella.

En esas ando, y este año, sin proponérmelo demasiado, estoy haciendo algo que hacía tiempo que no practicaba. Seguramente me he animado al volver a tener a mi cargo una asignatura anual, de las pocas que hay en los planes de estudio (desde las reformas de planes de estudio de mediados de los noventa, muchas de las asignaturas pasaron a tener carácter cuatrimestral), lo que me ha permitido saberme el nombre de más de dos tercios de los más de 80 estudiantes que tenía en dos sesiones de clase semanales de dos horas y media. Bien, no sólo me he aprendido sus nombres, también les he visto trabajar en clase, evolucionar a lo largo del curso, pasar por rachas complicadas, desentenderse de algunas prácticas, ignorar algunas lecturas y acometer otras con ilusión, participar en el trabajo en grupo, generar problemas en el aula y resolver otros. Por supuesto, preocuparse por la situación general y también por la universitaria, ver peligrar la continuación de sus estudios, lamentar la reducción en las becas, entusiasmarse con la carrera que están iniciado (doy clase en primero) y también desencantarse con el funcionamiento de la universidad y con el servicio que presta.

En fin, todo ello me ha llevado a comunicarles las calificaciones individualmente en lugar de sacar listas de notas. Y a entrevistarme con más de un tercio de ellos en las últimas dos semanas. He aprovechado esta oportunidad y, conforme íbamos hablando, ellos más bien interesados en su calificación final, he procurado también asumir cierto papel de tutor, ahora ya a final de curso, por extraño que parezca, una vez ya sabían la calificación que tienen en la primera convocatoria (en algunos casos han de ir a la segunda, en otras les animo a hacerlo para sacar una nota mejor como creo que son capaces, en otras ocasiones tras conocer notas muy buenas). Sí, ahora que la relación de enseñanza aprendizaje pierde ya sentido, ya no les doy clase, ya han sido evaluados, nuestra relación ha terminado; he asumido un papel distinto y me he atrevido a darles consejos: les he contado las capacidades que he visto, les he agradecido su participación en clase o les he reconvenido sobre la misma, les he animado a seguir estudiando en la Universidad, a mantener su actitud o bien a cambiarla.

Me he excedido del marco estricto de la asignatura. Y, sin embargo, tanto el contenido como la organización de la asignatura, Didáctica y organización socioeducativa, han contribuido a ampliar el espectro de la relación docente. No tengo claro el alcance de esta relación para los estudiantes, aunque confío en haber dado un paso más allá respecto a promociones anteriores. Sí que sé, sin embargo, la cantidad de anotaciones que en el último mes y medio, a consecuencia del trabajo de corrección de ejercicios de todo tipo, tengo a punto para reorganizar la materia el próximo curso, para elegir textos de referencia, para buscar ejemplos y también para proponer ejercicios de enseñanza mejores.

 

Fernando Marhuenda, profesor de Didáctica y Organización Escolar. Universitat de València

 

 

Modelos de formación reflexiva para la formación inicial del docente

Estudio de las características principales de la práctica reflexiva y de los modelos de formación reflexiva para la formación inicial del docente, en su periodo de prácticas. Ha sido publicado en 2015 por la revista REDU Vol. 13 (3), Octubre-Diciembre 2015, 147-170 por los profesores González, Barba y Rodríguez de la Universidad de Valladolid. Pulsar para acceder a la publicación.

Profesionalidad docente. Bases para un modelo reflexivo de desarrollo profesional

En este breve documento se  proponen  las bases en que debería  sustentarse la elaboración de cualquier modelo que pretenda el desarrollo reflexivo del docente.  Los fundamentos  que se apuntan proceden de una comprensión más profunda y práctica de la noción de profesionalidad docente. Esta reflexión sencilla se presenta como una herramienta que puede de orientar la construcción de modelos formativos contextualizados que garanticen su efectividad formativa.

La construcción de modelos de desarrollo profesional reflexivo, aún escasos en los programas de formación y capacitación docente,  es uno de los frutos maduros de la aportación de  Donald Schön y su perspectiva del profesional reflexivo (1983, 1987)[1].

Descargar documento

Autoras: Dra. Àngels Domingo y Dra. Mª Victoria Gómez


[1]Schön ha pretendido también  argumentar cómo los profesionales abordan las situaciones que no quedan resueltas a partir de las disposiciones técnicas, matizando la diferencia entre una reflexión desde la acción y una reflexión en la acción.