Auge de la Práctica Reflexiva

18/01/2015

En el ámbito del desarrollo docente, la difusión y experimentación de la práctica reflexiva metodológica es un fenómeno globalmente creciente cuyo dinamismo recuerda la imagen de los círculos concéntricos que produce una pequeña piedra lanzada en el agua. La piedra caída en el lago adentrándose en el agua produce su efecto inmediato y sonoro pero produce también otro efecto posterior callado y de menor impacto pero  de gran perfección y belleza: unos silenciosos y perfectos círculos concéntricos que se extienden suavemente en el agua que alcanzan un mayor radio y que se prolongan lejos del punto preciso en que cayó la piedra. La imagen de los círculos concéntricos, a pesar de sus limitaciones, nos viene bien para expresar la idea que se desea tratar en estas líneas en relación a la difusión de la Práctica Reflexiva en el contexto internacional de la profesionalización docente.

La Práctica reflexiva sistemática y metodológica es algo bien distinto del ejercicio reflexivo natural y espontáneo que realiza el profesional. No es lo mismo reflexionar que aprender a partir de la práctica reflexiva metodológica, lo primero es algo innato en el ser humano, lo segundo es un proceso intencional, instrumentado, sistemático y estructurado que parte de la práctica profesional para volver a ésta con incremento de conocimiento profesional y tras realizarse un aprendizaje experiencial y reflexivo (Domingo, 2014). Si bien el uso de la expresión práctica reflexiva es creciente y de uso muy común en los contextos formativos, no podemos olvidar para su implementación como propuesta formativa requiere por parte de quien la lidera una profunda comprensión de significado conceptual y un conocimiento experto de su instrumentación. También la investigación pedagógica y su literatura debe ser algo más rigurosa en el uso terminológico de la práctica reflexiva cuyo sentido originario está en la figura del The Reflective Practitioner (Schön, 1983)   que traducido como profesional reflexivo pierde riqueza de significado.

La práctica reflexiva en sentido estricto no significa reflexión, tampoco   elucubración, ni siquiera indagación. Tampoco se la puede confundir con una introspección profesional y menos aún con una arriesgada autoexploración psicológica. Sólo puede denominarse práctica reflexiva al proceso de reflexión sistemática -individual y/o compartida- que alcanza la mejora práctica. Obviamente la reflexión que mejora la práctica necesariamente mejora al profesional que la desempeña.

Al hilo de estas consideraciones emergen algunos de los elementos configuradores de la práctica reflexiva: si la reflexión optimiza la práctica profesional se sobreentiende que es propiamente el profesional pues acción y actor confluyen en la realidad unitaria de la persona. Otro de los elementos configuradores de la práctica reflexiva metodológica es que la orientación que toma la reflexión que recae sobre una acción o situación concreta y real sucedida en el escenario profesional. La práctica reflexiva está lejos de una reflexión difusa pues se focaliza en algo concreto. Reflexionar de forma general se aleja y mucho de la práctica reflexiva sistemática puesto que la práctica es siempre una realidad concreta, no generalista. Parte de la efectividad de la práctica reflexiva instrumentada consiste en acertar en el objeto de la reflexión. Precisamente la selección de la acción sobre la que se desea reflexionar constituye la primera de las cinco fases del Método R5 (Domingo, 2014), una propuesta metodológica de práctica reflexiva que ha mostrado su efectividad en contextos distintos de formación docente.

Ejercitarse en la reflexión profesional no significa que se realice práctica reflexiva al igual que ejercitarse en cálculos matemáticos en el trabajo, no nos convierte en matemáticos.

Tras estas reflexiones preliminares y al hilo de las consideraciones de De Vicente (2002) se exponen los motivos principales del auge de la Práctica reflexiva en el ámbito internacional del desarrollo docente y de la investigación pedagógica.

La Práctica reflexiva abre la puerta a los docentes a un nuevo panorama en el proceso de su desarrollo profesional. y los hace entrar sugestivamente en un círculo de pensamientos y acciones sobre su quehacer profesional y, como consecuencia, altera sus perspectivas de la educación y profesionaliza su labor docente. Estas actitudes y disposiciones positivas que la práctica reflexiva genera en ellos, siendo mucho, no son suficiente para lograr esa mejora profesional; se precisan algunos cambios de enfoques curriculares innovadores y planteamientos didácticos transformadores. “El principio básico del movimiento de Práctica reflexiva implica un reconocimiento del profesor en un papel activo, considerándolo capaz de formular propósitos y fines de su trabajo y de jugar un papel esencial en el desarrollo del currículum y la reforma en la escuela”. (De Vicente, 2002:96).

Las teorías que fundamentan las prácticas reflexivas son aquellas que consideran al profesor como un intelectual crítico y reflexivo y conciben la práctica docente como práctica profesional y social contextualizada. Y todo ello se ha propagado y extendido en la medida en que la racionalidad técnica ha tocado sus propios límites y ha urgido superarla por no ser idónea para abordar la problemática educativa actual desde su paradigma técnico y positivista.

Cuatro factores están contribuyendo a que la Práctica reflexiva surja como respuesta emergente creciente y se difunda entre los profesionales de la educación.

1) Las limitaciones de la investigación proceso-producto.

La investigación proceso-producto, basada en los fundamentos de la racionalidad técnica ha fracasado en la búsqueda y generación de un contenido sustancial y significativo para la preparación de los maestros, pues la fragmentación del conocimiento en pequeños elementos constituye una aproximación poco sensible para explicar el mundo real del trabajo pedagógico.

2) El avance de la psicología cognitiva y comunicativa.

El fuerte avance de esta ciencia es otro de los factores que justifican el interés por los procesos de generación del conocimiento a través de la reflexión, frente a la psicología conductual en la que se sustenta la racionalidad técnica. La psicología cognitiva está más interesada y centrada en la investigación sobre el pensamiento que en los estudios sobre la conducta observable pues busca conocer, describir y explicar los procesos mentales y las interacciones que sustentan las actividades complejas de la práctica pedagógica. Los fundamentos de la psicología cognitiva han proporcionado una base fructífera para explorar el pensamiento del docente, la resolución de problemas, la reflexividad y la gestión de la complejidad. La psicología comunicativa proporciona información para el análisis de las relaciones personales así como de los los efectos de las percepciones mutuas sobre las interacciones y los aprendizajes.

3) El reconocimiento de la investigación etnográfica.

La legitimación de la investigación etnográfica ha contribuido también al desarrollo de la práctica reflexiva puesto que los principios de esta metodología de la investigación enfatizan y valoran científicamente dos aspectos importantes en la investigación: la dependencia del contexto y la percepción que las personas implicadas en la misma conceden a los hechos investigados, desde su perspectiva.

4) La profesionalización docente.

La comprensión de la función docente como una verdadera profesión que requiere preparación científica, capacidad de tomar decisiones, resolución de problemas, gestión de la complejidad del aula escolar, diseño de estrategias, etc., ha favorecido plantear la formación de los maestros bajo una perspectiva crítico-reflexiva. Basar la formación en la reflexión propicia docentes autónomos, que promuevan una continua renovación personal, actores creativos a nivel didáctico y no estrictos ejecutores de currículos prediseñados.

Dra. M.Carme Balaguer
Psicopedagoga
Docente e investigadora

 

Referencias bibliográficas

De Vicente, P. (2002) Desarrollo profesional del docente en un modelo colaborativo de evaluación. Bilbao:ICE Universidad de Deusto.

Domingo A. y Gómez V. (2014) La Práctica Reflexiva. Bases, modelos e instrumentos. Narcea Ed: Madrid.

Schön D.A. (1983) The Reflective Practitioner. New York. Basic Books.

 

 

 

 

Enviar comentario / Enviar comentari