Por Àngels Domingo Roget
La disyuntiva que plantea el título es la decisión radical que han de tomar quienes en una institución educativa los responsables del diseño de la formación de su profesorado. Algo se está removiendo en la manera de plantear y enfocar el perfeccionamiento docente. Estamos ya utilizando modelos formativos emergentes que han mostrado su efectividad profesionalizadora y que están precipitando la fecha de caducidad de modelos de formación basados en la transmisión. En la última década la comunidad científica ha incrementado considerablemente la investigación sobre los procesos formativos de los profesionales de la educación. Disponemos actualmente de estudios, resultados y conclusiones que justifican y potencian la necesidad de transformar los modelos convencionales que se vienen utilizando para la formación del profesorado y que están siendo descatalogados a un ritmo inesperado.
Tras unas semanas de inactividad por periodo vacacional en el hemisferio norte retomamos de nuevo la comunicación con todos y todas para haceros llegar nuestro saludo y aprovechar la ocasión para desearos, a quienes trabajáis en el hemisferio sur, un buen fin del año académico y, para los que trabajáis en el hemisferio norte, un buen inicio del curso 2016/2017.
Desde este espacio planteo hoy una tema profesional al que solemos dedicar tiempo e interés particular por su estrecha vinculación con la calidad pedagógica, las acciones de formación del profesorado. Si bien es algo que siempre anda rondando nuestras mentes, en momentos puntuales del año, la formación del profesorado se hace especial objeto de nuestra reflexión y de toma de decisiones personales y/o institucionales. Por tratarse de un aspecto capital dedicamos a este tema un primer artículo para exponer una selección de elementos clave de esa perspectiva renovada de la formación del profesorado. La compartimos desde aquí con nuestros colaboradores de tan diversos países y contextos con el deseo de que los lectores podáis enviar vuestras aportaciones y comentarios de modo que entre todos podamos enriquecer con la mirada de los que trabajáis en otros países. Sería fascinante poder validar el contenido de este post con todos vosotros, así que me dispongo a iniciar el tema deseando que a todos nos sea útil para enfocar los programas y metodologías de la formación docente que impulsamos en tan diversos lugares.
Como exponía más arriba, en la última década ha aumentado considerablemente las investigaciones sobre el proceso de formación de profesorado y contamos con hallazgos, resultados y conclusiones abundantes. A continuación me propongo compartir algunas de ellas presentaré como cuestionamientos que invitan a la reflexión y que podrían servirnos cómo indicadores para revisar la puesta a punto de la formación docente que depende de nosotros.
Formarse no es una acción es un proceso
Una acción formativa para docentes es una acción de carácter puntual concreto que comienza y acaba en un tiempo determinado y que persigue un objetivo concreto. Por el contrario la formación de un profesor es algo mucho más complejo y rico y para nada es asimilable a un conjunto de acciones formativas que se acumulan como una suma de conocimientos pedagógicos.
Precisamos comprender la formación docente como algo que tiene lugar en la individualidad y subjetividad del profesor y que se estructura como un proceso único, unitario, dinámico y abierto. Las acciones formativas sí que participan en el proceso formativo del docente como elementos que aportan materia prima para dinamizar el proceso, pero no constituye el proceso. En este sentido entendemos que la formación docente del sigo XXI debe enmarcarse en la denominada sociedad del aprendizaje, superadora de la sociedad del conocimiento.
Para la reflexión: ¿Nuestro planteamiento de la formación del profesorado es acorde con esta comprensión de la formación como proceso individual, subjetivo y abierto?
Formación docente y desarrollo docente no son sinónimos
La expresión “formación” trae a nuestra mente la idea de “dar forma”, como si la acción del formador tuviera por misión moldear al aprendiz, es decir dar la forma al docente en formación. Esta idea se aproxima demasiado al concepto de instrucción que la investigación desestima para los procesos de desarrollo profesional.
¿Quién es el protagonista principal de las acciones formativas que diseñamos y planificamos para los equipos docentes? La formación docente convencional otorga el papel principal al formador que actúa como transmisor del conocimiento. Si, por el contrario, nos planteamos la formación como un proceso de desarrollo del docente, el agente principal pasa a ser el docente en lugar del formador. Desarrollo docente no es expresión sinónima de Formación del profesorado pues en el primer caso el docente es el agente de su propio crecimiento profesional y en el segundo el papel del docente se minimiza y cediendo el protagonismo al formador.
Apostemos por aquellas propuestas formativas que promueven el desarrollo de docente. Esta idea puede formularse también de un modo sencillo: NO TODA ACCIÓN FORMATIVA GENERA DESARROLLO DOCENTE. Quienes diseñan formación de profesorado de cualquier etapa y nivel pueden abordar este reto estimulante: priorizar las acciones formativas que promueve el desarrollo del docente en lugar del conocimiento técnico-pedagógico.
Formación para mejorar de la práctica
Sabemos que el desarrollo docente se produce cuando el docente -maestro, profesor o formador – adquiere las competencias específicas de la profesión docente o progresa en ellas. Por tanto no parece tener sentido desvincular la formación del profesorado de la práctica en su aula. La formación ha de favorecer un tránsito mantenido entre saber y actuar, entre conocimiento y acción. Por eso el desarrollo docente tiene un carácter competencial.
Es de todos conocido que esas competencias específicas de la profesión docente , como las de de cualquier otra profesión, sólo se adquieren a través de movilización en la práctica pues no se pueden aprender de forma teórica y para que se conformen, consoliden y aumenten hay una condición sine qua non, ejercitarlas en el propio lugar de trabajo docente que es donde se pone en juego la verdadera profesionalidad docente y donde el profesorado aborda y resuelve las situaciones reales. Sin practicar en el escenario profesional el profesorado no puede adquirir, lograr o mejorar las competencias docentes. Otro criterio para la transformación de los modelos de formación docente: la práctica educativa es un elemento básico en el proceso formativo del docente y esta práctica ha de estar integrada en el modelo formativo eliminando las tradicionales barreras entre la pedagogía teórica y la praxis docente.
El modo de abordar la práctica en las situaciones formativas es desde la reflexividad, lo que denominamos Práctica reflexiva y que describo así “La Práctica reflexiva es una metodología de formación en que los elementos principales de partida son las experiencias de cada docente en su contexto y la reflexión sobre su práctica. Se trata de una opción formativa que parte de la persona y no del saber teórico, que tiene en cuenta la experiencia personal y profesional para la actualización y la mejora de la tarea docente. (…)” (Domingo A. 2014)
Formación en espacio y contexto profesional
La formación de profesorado que se da alejada del propio escenario profesional y fuera del contexto real de trabajo docente no propicia el desarrollo personal del docente ni contribuye a la mejora institucional de la calidad educativa y pedagógica de los centros. ¿Para qué le sirve a un profesor un aprendizaje teórico y descontextualizado sobre una metodología docente innovadora si en su universidad, su empresa o su centro educativo no puede llevarla a la práctica por motivos concretos que además y no está en su mano cambiar? La formación es más rentable y productiva cuando al docente si al docente le ayudar a mejorar en la práctica un aspecto metodológico que se adecúa a las características y de su escenario profesional y del contexto educativo en que se desempeña profesionalmente.. Esta medida ayudará también a rentabilizar los recursos humanos y económicos destinados a la formación del profesorado.
Es crucial que la formación del profesorado tenga en cuenta el contexto educativo en que se desempeña la profesión docente y las características de la institución educativa en que se trabaja.
Dar voz a la experiencia profesional
Estamos inmersos en la sociedad del aprendizaje que potencia el desarrollo personal y profesional con multitud de oportunidades y ocasiones de aprendizaje no siempre formal ni dirigido por los responsables de ofrecer la formación al profesorado. A este fenómeno le estamos llamando Aprendizaje abierto. Estamos aprendiendo durante toda la vida y de modos muy diversos y variados. Por ello la formación docente se debe adecuar a esta realidad la sociedad actual y, en consecuencia, las acciones formativas para promover el desarrollo docentes han de ser sensibles a estas dos grandes vías de conocimiento profesional de los docentes: la propia experiencial de cada docente y el aprendizaje que se genera a partir de la interacción entre los colegas en la misma organización educativa. En las opciones metodológicas para la formación del profesorado interesa garantizar la activación en los docentes de la Zona de Desarrollo Próximo o Potencial (Vigotsky 1979) a través del contraste como un proceso que parte de la experiencia de los miembros de un grupo cuando interactúan y que podrían resumirse en estos actos formativos:
- Comparación entre lo que piensa uno y lo que piensan los demás
- Comparación entre la práctica y la teoría
- Comparación entre lo que se piensa y lo que se hace
De este modo el conocimiento experiencial – originado de la experiencia y reflexión de cada docente a lo largo de su trayectoria profesional- se gestiona como un potente elemento formativo entre colegas.
Era mi intención seguir exponiendo más rasgos de esa nueva perspectiva para la formación del profesorado pero no es este un espacio en el que pueda extenderme tanto y decido abandonar aquí y dejar para otro segundo artículo la continuación.
Pensaba terminar el artículo sintetizando las idea a través de una receta de cómo cocinar la formación docente: Ya he redactado los ingredientes, su elaboración y algunas recomendaciones. Pero lo dejo en borrador en espera de que me hagáis alguna aportación que también pueda incluir en la receta culinaria. ¡En 15 dias la envío!
Saludos a todas y todos,
Àngels Domingo Roget
Co-fundadora y Directora [email protected]
Referencias bibliográficas
– Domingo A.,Gómez V. (2014) Práctica Reflexiva. Bases, modelos e instrumentos. Madrid: Narcea (pág.90)
– Vigotsky,L.S. (1979) El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica
Angels
Muy apropiada tu reflexión, respecto a la disyuntiva de formación o desarrollo docente, justamente en los mismos términos, estamos conversando y discutiendo un grupo de académicos de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, Chile. que ocupados de empujar hacia la innovación curricular, nos vemos enfrentados a la pregunta, ¿Cuál es el mejor modo para que los profesores de nuestra institución educativa, se apropien de la necesidad de cambios? y por ahora estamos llegando a unas conclusiones similares a las que tu planteas.
Debemos centrarnos en el aprendizaje, en sus diversas modalidades, en crear un espacio de tiempo “protegido”, para que los profesores puedan interactuar reflexionando juntos, creando en lo posible una comunidad de aprendizaje, donde los encargados sean los motivadores, y acompañantes del proceso.
Enrique y colegas,
Muchas gracias por tu amable comentario que llega desde la Universidad de Playa Ancha tan reconocida por su larga tradición de formación pedagógica de maestros y profesores de todo Chile. Excelente labor la que lleváis a cabo desde ahí. Mis mejores felicitaciones.
Me alegra la sintonía que aprecias entre el artículo y vuestro fructífero debate que sin duda os conducirá a una acertada toma de decisiones.
Quizás en estos momentos pueda ser sugerente trasladaros estas dos experiencias positivas que he comprobado en mi trabajo de consultoría en la renovación metodológica de la Educación Superior latinaomericana:
– La formación para el cambio requiere primero que los profesores SIENTAN la necesidad de cambiar.
– La práctica reflexiva grupal del profesorado ha mostrado ser efectiva para justificar y potenciar la innovación en la práctica docente en las aulas universitarias.
Gracias,Enrique, por participar en este foro de expertos.
Saludos desde Barcelona
Àngels Domingo
Formadora, investigadora y consultora