¿Qué es lo más valorado en un médico?

16 noviembre, 2015
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Por Ramon Grimalt

Durante un viaje reciente tuve la suerte de observar en una estantería central de una librería de aeropuerto centenares de ejemplares apilados de un best-seller de los que se venden en América a destajo. El libro se llama “The Outliers” de M. Gladwell (1). El número de copias que se vendían me sorprendió y me hice con un ejemplar. Les invito vivamente a que, si tienen la oportunidad, disfruten con su lectura. En este libro precisamente encontré algunas respuestas entorno a la cuestión de si estaremos dejando en la calle a los mejores cuando aplicamos a los candidatos las pruebas de acceso a los estudios de Medicina.

En este año 2015 las pruebas de acceso a las Facultades de Medicina en España han marcado un nuevo record histórico. Por ejemplo, para poder acceder a una apreciadísima plaza en la Facultad de Medicina en la Universidad de Barcelona (UB) se precisaba un 12,69 sobre 13. Esto supone que si el estudiante ha bajado un poco la brillantez de su rendimiento por exhibir en su currículum la mácula oprobiosa de presentar una calificación o quizá dos de “Notable” en su primer y segundo curso de bachillerato, es posible que ello no le otorgue una media suficiente para poder entrar a estudiar medicina en la UB ¡Precisa haber obtenido solo sobresalientes en el bachillerato, incluso en Educación Física! Y por supuesto, además de la media del bachillerato, precisa que la prueba de la selectividad la supere con resultado óptimo… y que tenga un día en el que se encuentre en plena forma, que le salga un examen brillante y que disponga de suerte en la elección de los temas… y que se encuentre bien y…..

Uno puede plantearse ¿lo estamos haciendo bien? ¿Tiene sentido este nivel de exigencia? Filtrando de este modo a nuestros futuros estudiantes ¿qué estamos consiguiendo realmente? ¿Qué tipo de perfil de estudiante de medicina vamos a conseguir?

Seguramente sólo los estudiantes muy estudiosos, los muy dedicados, los muy aplicados, los que antes llamábamos de forma un poco despectiva “los empollones” serán los únicos que podrán acceder al conocimiento de la medicina ¿Es esto realmente lo que deseamos? ¿Se encuentra alguien en tal grado de posesión de la verdad para poder afirmar que los más estudiosos, los más dedicados al estudio serán los mejores médicos? ¿Tenemos algún tipo de evidencia que lo demuestre?

El libro citado de Gladwell sobre los valores atípicos invita a la reflexión: ¿Qué nos puede ayudar a seleccionar a los que pueden llegar a ser los mejores médicos? ¿Qué se les valorará a nuestros licenciados en el momento de ser entrevistados para un empleo? ¿Qué valoraría usted si debiera escoger un nuevo adjunto para su servicio? ¿Sólo sus conocimientos y sus habilidades? Difícilmente será así.

Probablemente lo que les permitirá acceder a un empleo o incluso, en un terreno más cercano, a tener amigos o a trabajar en grupo o incluso a encontrar una pareja, los más fundamental será su empatía, su capacidad de conectar y de comunicarse. ¿Alguien puede creer o sospechar que los más estudiosos serán los más empáticos? Sería probablemente una pretensión absurda.

Por el contrario, las personas encerradas en casa, las que pasan más horas estudiando serán las personas probablemente menos sociales, con mejores notas pero con menos habilidades empáticas. Tendrán menos tiempo para dedicar a sus amigos, a salir al cine o a interrelacionarse con los demás ya que pasarán su tiempo delante de los libros o del ordenador. Si nuestro estudiante pertenece a un grupo de excursionistas o toca en un conjunto de música pop o juega en un equipo de fútbol o atiende a clases de pintura o es un cinéfilo apasionado, o participa en actividades de colaboración en una ONG… probablemente tendrá menos tiempo para estudiar pero tendrá más tiempo para “vivir” y para relacionarse con los demás. En un estudio se les preguntaba a los pacientes después de ser visitados ¿qué es lo que más ha valorado de su médico? La respuesta más repetida fue: su capacidad de escucharme , su ¡empatía!

¿Estamos realmente aplicando el filtro que buscamos? O de modo y absurdo, nos estamos quedando con los estudiantes menos adecuados para desarrollar nuestro precioso y vocacional oficio, precisamente lo que llena nuestras vidas y nos motiva a seguir enseñando en la universidad.

Si uno compara el coeficiente de inteligencia (CI) de una persona muy inteligente como Einstein, con un coeficiente de 150, con el del último ganador de un concurso muy popular en la TV americana del tipo “Quiere Ud. ser millonario” que era de 195, ¿alguien cree que se puede afirmar que este ciudadano es más listo o más sabio que Einstein? ¿Recuerdan lo que le pasaba a Einstein en la escuela? ¿y a Esteve Jobs? ¿y al fundador de Microsoft, Bill Gates?….¿Creen que fueron alumnos muy aplicados? ¿Creen que eran los más estudiosos? … En realidad los tres tenían algo en común: eran sin duda los más intuitivos.

¿Conseguimos con nuestro sistema de filtro y examen de acceso a la universidad dar opción a los más intuitivos con exámenes más severos y con notas de corte más duras? ¿Creen ustedes que los premios Nobel salen principalmente de Oxford o de Harvard o de las universidades en las que la nota de acceso es la más alta? Pues, para gran decepción de los directores de sus programas, no, no es así.

Los test de inteligencia abiertos son otros sistemas de valorar las capacidades de las personas. En un ejemplo clásico: se le pide a una persona que escriba en una hoja de papel en 35 segundos lo que se podría llegar a hacer con, por ejemplo, una sábana o con un ladrillo. Personas con un enorme CI pero con poca intuición podrán llenar 4 o 5 opciones, pero personas con gran intuición o imaginación podrán llenar las dos caras… Sin duda se necesitan unos mínimos, y si queremos tener a buenos médicos necesitamos que la persona tengo al menos un CI de 120 o 130 pero a partir de aquí un estudiante con un CI de 150 no forzosamente será mejor que uno de 140.

Una situación parecida se podría aplicar a los jugadores de baloncesto: no forzosamente un jugador de 210cm es mejor que uno de 200cm. Existen obviamente otros factores, como la movilidad o la visión de juego o la capacidad de leer la jugada y de posicionarse en la pista. Aunque sí sea cierto que una persona con una estatura de sólo 160cm será difícil que pueda llegar a competir en la liga de la NBA.

Las entrevistas personales de acceso a la universidad sin duda pueden ayudar a solucionar esto. Pero no resulta fácil poder, en primer lugar, formar a entrevistadores calificados y que no se vean influidos por factores de “ruido externo” y, en segundo, disponer de 15 o 20 minutos para cada estudiante, para poder valorar si será un buen candidato a empezar su formación como médico.

Si buscamos la excelencia en la docencia, debemos replantearnos nuestro método de filtro al acceso a nuestra facultad, para que dentro de unos años tengamos a los mejores médicos y no perdamos a los mejores estudiantes que puedan llegar a ser los mejores médicos.

Sería lamentable observar que en unos años las universidades privadas que utilizan otros filtros para acceder a ellas, y que ahora mismo acogen a los alumnos que “no tenían suficiente nota”, estuvieran formando a los mejores candidatos a mejores médicos.

Dr. Ramon Grimalt
Profesor Titular de Dermatología
Universitat Internacional de Catalunya, España.
www.grimalt.net – 

Referencia bibliográfica
Gladwell M. Outliers: The Story of Success. Little Brown & Co. Ed. New York, Boston, Londres 2008. (Versión en español: “Fuera de Serie: Por qué unas personas tienen éxito y otras no”. Santillana Ed. Madrid, 2010)

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