Monthly Archives: June 2012

El Prácticum primero. Educación reflexiva y colaborativa en música y diseño

La naturaleza es sabia, establece por sí misma la mejor forma de aprender: el bebé empieza a hablar a pesar de no tener un lenguaje en el que apoyarse. Lo primero que hace es lanzarse a la interacción con los demás para, después, usar el bagaje forjado en la práctica para crecer individual e interiormente. Desde la escuela hasta la universidad la tradición impone que sea la exposición del conocimiento ya formalizado –y no el proceso de descubrimiento de ese conocimiento- el modo en que se aprendan las cosas de la vida adulta.

Sólo la enseñanza musical y la del diseño y la arquitectura han podido escapar a esta distorsión del proceso natural de aprendizaje y, en ambos casos, esto ha sucedido por la misma razón: la música, el diseño y la arquitectura se aprenden a través del prácticum.

En los talleres de diseño, así como en las clases de interpretación musical, el aprendizaje se realiza reflexionando en medio de una interacción virtuosa: los tutores y aprendices cuajan teorías, historias y conclusiones inesperadas y novedosas a medida que tocan sus instrumentos musicales o en medio de acciones en las que manipulan los materiales propios del proyecto de diseño.

Hay concretamente dos experiencias que, apoyándose en los campos anteriores, la música y el diseño, han logrado revolucionar el aprendizaje, aunque sea a una escala modesta. La primera, ya conocida en todo el mundo, es el sistema de orquestas fundado en Venezuela por José Antonio Abreu hace cuatro décadas. La segunda, que data de la misma época que la anterior, es la transformación de la educación profesional que propuso Donald Schön a partir del ejemplo de los talleres de arquitectura en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en los Estados Unidos de América.

El sistema de orquestas es una demostración de los beneficios formativos que aportan la construcción de conocimiento a partir de la práctica, junto al carácter colectivo del aprendizaje. Desde esta perspectiva,  la educación integral del individuo incluye necesariamente su contexto social, la interacción con los demás. La ausencia de socialización y de ciertas pautas éticas es donde el planteamiento de Schön y el funcionamiento de los talleres de arquitectura, parecen más débiles. No obstante, aun faltando esa visión integradora, la inspiración reflexiva y la crítica al sistema educativo moderno que plantea Schön son acertadas. Es aquí donde ambos casos –el aprendizaje musical y el de la arquitectura- comparten una misma filosofía educativa que se concreta en el prácticum, no como un recurso metodológico más, sino como la base misma de una nueva epistemología de la acción. En ambas experiencias el prácticum no se sitúa al final de los estudios como una especialidad de aplicación, sino a lo largo de toda la carrera como el auténtico generador de conocimiento en la acción.

Puede consultarse el artículo Música, diseño y sistema educativo, Revista EIX, Colegio de Pedagogos de Cataluña (COPEC)

Autores:

Dr. Arq. Miguel Jaime. Profesor de ELISAVA/UPF

Dra. Arq. Eugenia López Reus. Profesora de ELISAVA/UPF.

 

 

Artículo publicado en:

López Reus, Eugenia; Jaime, Miguel. “Música, diseño y sistema educativo”. Educació i Xarxa EIX, nº 6 (2012), p. 25-29

La práctica reflexiva hace las organizaciones inteligentes

Acabo de salir entusiasmada, como siempre, de una conferencia de Javier Martínez Aldanondo en el CEJFE (Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada). Me gusta escuchar sus reflexiones sobre qué es aprender y qué es conocimiento. En esta ocasión ha sido muy interesante el paralelismo que ha ido estableciendo entre cómo aprende una persona y cómo aprende una organización. El conocimiento es el presente, dice, lo tienes o no lo tienes y si lo tienes, eres capaz de tomar las decisiones adecuadas ante cada situación. El aprendizaje es el futuro, es lo que haremos para mejorar y obtener conocimiento. ¿Cuál es el presente y el futuro de nuestra organización? Qué es lo que sabe? ¿Qué quiere aprender?

Preguntas interesantes, pero la más sorprendente es la siguiente: si en el caso de las personas, el órgano relevante para gestionar el aprendizaje es el cerebro, ¿cuál es el cerebro de nuestra organización?

“Aprender es acumular experiencia reutilizable en el futuro”, dice Martínez Aldanondo. Y sabemos aprender, pero no sabemos cómo. Este como ha sido la clave de la conferencia, aprender cómo aprendemos las personas y aprender cómo aprende una organización. Muchos sabemos montar en bicicleta, pero si tuviéramos que decir cómo hemos aprendido, todos los pasos que hemos dado para aprender, nos quedaríamos en blanco. Aprendemos con la práctica, sin práctica no hay aprendizaje; aprendemos con el error, equivocarse es una oportunidad para aprender, pero tanto la práctica como el error necesitan de la práctica reflexiva para que el aprendizaje se transforme en conocimiento.

Es necesario incorporar sistemáticamente la reflexión en el proceso de aprendizaje, la reflexión personal, la reflexión colectiva, la reflexión organizacional… Esta reflexión es la que nos permitirá tocar, si se me permite decirlo así, el conocimiento. El cerebro (de una persona o de una organización) debe ser consciente de lo que se sabe y de lo que no se sabe, de qué situaciones somos capaces de resolver y cuáles no, es el portafolio individual y también el de la organización.

Pero, ¿y el TIEMPO? Para poder hacer realidad este portafolio (personal u organizacional) es necesario tiempo, hay que prever un espacio de tiempo para PENSAR, para REFLEXIONAR sobre lo que hacemos, lo que hemos hecho, lo que hemos aprendido, lo que somos capaces de resolver… Se establecerá un sistema para organizar y sistematizar estas reflexiones o narraciones. Hay que tener tiempo para analizar, comparar, revisar, discutir en grupo, interactuar, colaborar, compartir, etc. Y por eso es necesario que la comunidad se formule preguntas adecuadas, preguntas que permitan que el aprendizaje se transforme en conocimiento. Hay que ser creativos. Hay que insistir en la idea de que esta reflexión narrada y conceptualizada es la que permitirá identificar el conocimiento de una organización. Ahora mismo en las organizaciones no se dedica tiempo a PENSAR; sin embargo es la clave del APRENDIZAJE de la organización. Tiempo para pensar es tiempo para cultivar.

Huelga decir que también es importante la motivación, un debate abierto que en esta ocasión no hemos profundizado, pero una idea interesante del conferenciante es la de revisar los incentivos en las organizaciones y que se pueda valorar lo que los miembros aportan a los demás… Apostamos por un modelo colaborativo.

Me ha gustado la frase que dijo hacia el final de la conferencia: “uno empieza a morir cuando deja de tener interés por aprender”.

Carme Bové, colaboradora de practicareflexiva.pro

Javier Martínez Aldanondo es gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria.