“Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar”
Antón Chéjov, dramaturgo ruso (1860-1904)
Hace pocos meses una figura literaria pronunció en el marco de un discurso extenso unas breves palabras que cautivaron nuestra atención por su formulación sencilla y radical. Leer –decía- “es la cosa más importante que me ha ocurrido en mi vida”. Estas palabras cargadas de subjetividad nos gustaron, nos pareció identificarnos con ellas y se grabaron en nuestra memoria fácilmente por su brevedad y contundencia. Procedentes de un contexto alejado de la formación y el aprendizaje, las evocamos ahora, fuera de su contexto original, para compartirlas con nuestros lectores y seguidores, profesionales dedicados a la formación y habituados a la lectura como parte de nuestro quehacer habitual. Y si las traemos a colación es para transferirlas y llegar a otra formulación que relaciona la lectura con la actitud de aprender, dejando de lado ahora otras finalidades que presenta la lectura.
Leer es lo más importante que nos ha ocurrido a muchos en la vida, en efecto, y también es importante porque leer ha sido, es y será, en buena parte, uno de los medios principales disponibles para seguir aprendiendo. Leer para… aprender; leer para… seguir aprendiendo; leer para… aprender siempre[1].
Y al hilo de este juego de palabras podemos preguntarnos: ¿Qué papel ha tenido la lectura en nuestra configuración personal y profesional? ¿Seríamos lo que somos actualmente sin el compromiso innato de leer y aprender? Fácilmente habrá convergencia de pareceres y la mayoría compartiremos que leer es de lo más importante en nuestra vida. En parte, porque nos permite crecer personal, intelectual y profesionalmente. Y estamos pensando en el ayer, en el hoy y en el mañana. Leímos, leemos y leeremos; aprendimos, aprendemos y aprenderemos.
Habitualmente la lectura actúa en los formadores como la puerta de entrada –que no la de salida- al conocimiento y al aprendizaje permanente. Leer nos permite salir de nuestro saber –si amplio, también limitado- para acceder a nuevas ideas, nuevas perspectivas, nuevas aportaciones, nuevas investigaciones, nuevos mundos, etc. Un directivo comentaba recientemente que lo que más le sorprende de sus colegas estadounidenses es que cuando salen de una conferencia, una reunión o un pequeño encuentro le preguntan: “¿Qué has aprendido?”. Sería buenísimo que pudiéramos actualizar este actitud en nuestras reuniones y en nuestras conversaciones privadas. El dramaturgo y médico ruso de las épocas imperiales Antón Chéjov enalteció la actitud de aprender como señal de inteligencia y lo expresaba de modo irónico y breve: “Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar”.
Así que la reflexión breve sobre estas dos citas comentadas nos conduce a algunas conclusiones o postulados para aquellos que parecemos algo inteligentes porque deseamos aprender, pero que además tenemos el compromiso y el deber de enseñar:
- La lectura nos encamina hacia el aprendizaje y el aprendizaje hacia la libertad del ser humano.
- Estar abierto a aprender es una actitud.
- Aprender es un bien intelectual y personal.
- Leer y aprender es un compromiso básico para el trabajo intelectual.
- Enseñar es una necesidad, una obligación moral y, para algunos, una profesión.
- El aprendizaje permanente constituye una competencia profesional clave.
- Hay que obtener aprendizaje de las relaciones e interacciones personales.
- Hay que aprender a aprender de todo lo que se hace en la vida.
- Cualquier contacto con la realidad encierra un aprendizaje.
- Quien se atreve a cuestionarse a sí mismo, quien se pregunta el porqué de las cosas y escucha a los otros está desarrollando la actitud del aprendizaje.
Hemos iniciado estas líneas considerando que quizás leer es lo más importante que nos ha ocurrido en la vida…; pero quizás si hemos leído y mucho, hemos aprendido algo más relevante todavía: saber aprender cada día y de todo constituye un valor excepcional de la persona. Esta actitud, además, es la que diferencia a muchas personas, más allá de la lectura de libros.
[1] Por eso desde aquí queremos felicitar al Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya por la excelente iniciativa del Pla d’Impuls a la Lectura como medio para combatir el fracaso escolar.
Una bonita reflexión sobre la lectura, el aprendizaje, la vida… Muchísimas gracias por compartirla. Yo, por mi cuenta, también la he compartido con mis colegas. En estas fechas en que buscamos algo para ofrecer a los demás este texto me ha parecido un buen regalo.
Le agradecemos sinceramente su amable y positivo comentario. Sus palabras dicen mucho a su favor y expresan que las escribe una persona excelente. Muchas gracias en nombre de la Dirección de esta plataforma profesional.
Soy docente bibliotecaria, y mi intención es motivar a los niños en el gusto por la lectura.
Es de mi mayor placer,poder contar con toda la actualización de diversos temas que Ustedes puedan enviarme. Desde ya les estoy muy agradecida, y reciban mis felicitaciones por hacer este hermoso trabajo,para tener mejores niños, mejores personas, que descubren nuevos mundos a través de la lectura. DIOS LOS BENDIGA. GRACIAS.