“Como constructores de artilugios, todos los prácticos son profesionales del diseño, y desde esta perspectiva, la arquitectura sirve de ejemplo al arte profesional” (D. A. Schön) [1]
Donald Schön propuso hace medio siglo tomar como ejemplo de formación el aprendizaje en los talleres de arquitectura para mejorar la formación de los futuros profesionales en general.
Pero ¿por qué un taller de arquitectura puede presentarse como prototipo de una práctica profesional reflexiva? Sencillamente porque en el taller de arquitectura la relación entre el conocimiento y la competencia práctica se plantean al revés: no se busca ante todo hacer un mejor uso de la ciencia y de la técnica, como se hace en otros ámbitos de la enseñanza como la ingeniería o la economía, por ejemplo, donde lo que predomina es la racionalidad instrumental. Al contrario, en la arquitectura se pretende primordialmente que los estudiantes sean capaces de reflexionar en la acción, ayudarles a que aprendan a tomar decisiones en situaciones inciertas y a replantearse los problemas mientras buscan una respuesta que no conocen. Tanto en el proceso de diseño como en el del aprendizaje reflexivo más general, se manejan variables y dificultades algunas de las cuales surgen sobre la marcha; no se parte de la aplicación de reglas y tampoco existe una solución única. Por lo tanto, para lo que se entrena cuando se diseña y cuando se aprende a diseñar es en realidad para un “diálogo reflexivo” con los materiales que conforman una determinada situación: “pensar con las manos”[2], lo llaman los arquitectos.
Esta misma reflexión es válida para la formación de profesionales destinados a oficios en los que se debe aplicar conocimientos científicos en contextos inciertos y con un gran número de variables y en los que se debe aprender “reflexionando sobre la práctica”. Por ejemplo, en la formación de los profesionales docentes y tantos otros.
“Sabemos cómo enseñar a la gente a construir barcos, pero no a resolver la cuestión de qué barcos construir” es la frase que Schön cita a propósito de la formación universitaria de su tiempo. Hoy, más que nunca, la misión de la educación debe ser la de formar a los estudiantes en el difícil arte de transformar situaciones indeterminadas en determinadas, de redefinir los problemas para encontrar soluciones creativas y originales. No se trata tanto de aprender-haciendo (“learning by doing”), como aconseja la pedagogía activa de actual vigencia y como se vuelve a poner de moda ahora; sino de aprender a hacer reflexivamente, lo cual implica un cierto distanciamiento de la acción que supere la impulsividad y la rutina cegadora y estimule una actitud de alerta constante en lo que hacemos.
Frases clave: Taller de arquitectura; formación de profesionales; diálogo reflexivo; aprendizaje reflexivo.
Identifico a la práctica reflexiva en tres palabras: conocimiento, análisis y acción.
Conocimiento porque debemos conocer nuestros errores mediante experiencias, análisis, porque conocidos nuestros errores, debemos analizarlos y acción porque podemos hacer uso de la práctica ya conociendo y analizando nuestros errores